Mientras los altos valores del dólar y de la soja en Chicago llevan a los precios y a la comercialización a niveles récord en Brasil, en Argentina los números confirman que los productores ven a la oleaginosa como una cobertura de valor, de la que no quieren desprenderse. Los precios de la oleaginosa son –en teoría– son los mismos para los dos países, pero la realidad es bien diferente para los agricultores brasileños y para los argentinos.
En Brasil el Centro de Investigación en Economía Aplicada (Cepea, por sus siglas en portugués) destacó que los precios de la soja están cerca de superar los máximos históricos registrados en el año 2012, medido en reales. Incide para ello el avance en Chicago con la devaluación del real frente al dólar.
Mientras en 2012 el avance de los precios obedeció a problemas productivos en América del Sur para el ciclo 2011/2012, los valores actuales se dan luego que Brasil registró una producción récord con intención de aumentar nuevamente el área de siembra con la oleaginosa.
Los valores relevados por Cepea son los de la soja disponible, que se afirmaron no solamente por la devaluación, sino también por la limitada oferta interna hasta que entre la próxima cosecha sobre fines de enero o febrero.
Con una producción récord en 2019/2020, un salto en las exportaciones por la firme demanda china llevó a una ajustada oferta interna, que ha conducido a un incremento en las importaciones desde el Mercosur (ver más en el recuadro).
Sobre mediados de setiembre se comenzaron las primeras siembras en Brasil –con limitada humedad en algunas regiones–, mientras la comercialización de la soja nueva llega a niveles récord para la fecha.
Según Cepea, en el mercado se estima que ya se vendió un volumen equivalente a casi el 60% de la producción proyectada para el próximo ciclo.
Un panorama distinto se ve en Argentina. Los valores se afirmaron en ese mercado, siguiendo a Chicago, pero las ventas siguen demoradas, tanto para la soja disponible como para la nueva.
Al peso de las retenciones que se aplican se suman los ajustes en el tipo de cambio que les deja a los agricultores un dólar menor al que se pacta en el mercado de cambios.
Con fuertes ajustes en la política cambiaria, salida de depósitos y pérdidas de reservas por parte del Banco Central, los productores ven a la soja como una reserva de valor.
De esta manera, las ventas son puntuales y eso se nota en una menor actividad de la industria procesadora.
En agosto la molienda de soja fue casi 21% inferior a igual mes del año pasado. En los primeros ocho meses de 2020 se procesaron 25,9 millones de toneladas de soja, 9% por debajo de igual período del año pasado.
En tanto, el Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectó que el ciclo comercial 2019/2020 cerraría con un volumen récord de stocks en soja, con 8,27 millones de toneladas.
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