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Wanderers 1931, el último campeón uruguayo amateur

Con cuatro jugadores campeones olímpicos con la selección uruguaya, el equipo del Prado se consagró con el alma de los bohemios
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07 de junio de 2020 a las 05:03

“Mire, don René, no son buenas noticias las que tengo para darle. Tiene una afección al corazón y tiene que dejar de jugar al fútbol. Si sigue haciéndolo, se puede morir en una cancha”, le dijo el médico a René Borjas, el mejor jugador que tenía Wanderers en aquel momento.

Quedaba muy poco para terminar el Uruguayo de 1931, el último de la era amateur y Tito Borjas, como se lo conocía en todos lados, aquel campeón sudamericano de 1926 y olímpico con Uruguay en 1928, el mismo que le dijo a Scarone: “Tuya, Héctor”, para que estampara el 2-1 en la final contra Argentina, vio cómo se truncaba su carrera cuando se encontraba en la cúspide.

Wanderers jugaba de local en la que todavía era su cancha, Belvedere, la misma en donde 21 años antes había nacido la casaca celeste. Era un equipo que contaba con figuras notables y que por algo mantenía un invicto asombroso, con el cual se coronó campeón al finalizar la temporada. Así cerró su cuarto título uruguayo en 1931, luego de haber sido el mejor en 1906, 1909 y, jugando en la Federación, en 1923.

Pese a que el título se conoce como el último de la era amateur, la realidad dice que a partir de 1932 “se blanqueó” el hecho de que los jugadores cobraban en todos los clubes, lo que se llamaba por entonces el amateurismo marrón.

En el plantel bohemio había jugadores notables como Domingo Tejera en la zaga. Había sido campeón sudamericano 1926, campeón olímpico en 1928 y del mundo en Montevideo 1930. El día que Borjas dejó de jugar, él pasó de la zaga a jugar como centrodelantero y le ganaron 1-0 a Rampla con un gol suyo.

Otro fenómeno de la época, pleno de velocidad por la punta y de goles era el Chueco Figueroa. Había llegado a lo que era el Atlético Wanderers de la Federación en 1923 llevado por Tito Borjas y se quedó hasta 1935. Jugaba en Uruguay Onward y los bohemios tuvieron que pagar su pase, lo que demuestra que mucho antes de que comenzara el profesionalismo ya había dinero de por medio. El Chueco también fue olímpico en Ámsterdam y anotó el primer gol en la final contra Argentina.

Otro jugador de trascendencia, aunque no jugó tanto, fue Humberto Tomassina, campeón olímpico de 1924 en Colombes.

La campaña de Wanderers en ese Uruguayo a dos ruedas fue espectacular. No solo fue invicto, como se dijo, sino que además, ejerció una supremacía notable sobre sus rivales.

Cuando faltaban dos fechas para el final del torneo, se venía el partido ante Peñarol que no se jugaba nada. Los aurinegros decidieron no presentarse en lo que fue un hecho hasta entonces inédito. Es que Nacional estaba a un punto de Wanderers, y su eterno rival prefirió no complicar a los bohemios en su camino al título, sobre todo, pensando en que se lo podía llevar Nacional.

La prensa de entonces ofreció como versión oficial el hecho de que los aurinegros no se presentaron “porque hacía mucho calor”, ya que se estaba jugando en pleno diciembre, algo que todos sabían que no era cierto.

Y llegó el último partido en el Parque Urbano, hoy Franzini, ante Defensor. Tito Borjas, impedido de jugar, lo vio desde la tribuna principal. Cuando estaba por terminar el primer tiempo, Wanderers tuvo el 1-0, pero la pelota se fue por encima del arco que da hacia el río. Pensó que había sido gol y cuando se dio cuenta que no fue, la emoción fue muy grande. En el entretiempo se sintió mal y prefirió irse de la cancha. Cuando llegó a lo que hoy es Sarmiento y Julio Herrera y Reissig, su cuerpo cayó inerte.

Lo más increíble de esta historia, es que todos sus compañeros se enteraron y debieron afrontar el segundo tiempo. Es más: se realizó un minuto de silencio en su memoria antes de comenzar el complemento. Ochiuzzi faltando seis para que terminara el partido estampó el 1-0 y Wanderers dio una nueva vuelta olímpica.

Sin empresarios o contratistas, igualmente el equipo se desgranó casi enseguida ya que Frioni se fue a Inter de Milán –con el que sería campeón–, Ochiuzzi a Bologna y Delbono a Estudiantes de La Plata.

El triunfo fue una manera de tributo de todo el plantel a Tito Borjas. Se fue del mundo aquel 19 de diciembre y empezó la vuelta olímpica de la mano de Dios.

 

 

EL CAMBIO DE CANCHA PARA EL PROFESIONALISMO 

En 1932 Wanderers jugó de local la primera rueda del Uruguayo en Belvedere y las otras dos en el ruedo de la Rural del Prado.

TAMBIÉN SUPO GANAR EN LO INTERNACIONAL

En el mismo año Wanderers goleó al campeón húngaro Ferencvaros 5-2 y a Ujpest, del mismo país, lo venció 1-0.

 

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